miércoles, 15 de junio de 2011

EL CUERPO Y LA MÁQUINA: Dix, Léger y Duchamp

                                                  
                                                Plinio Villagrán


La máquina es el gran monstruo del cual no se puede prescindir a menos si se fuera un hombre tribal de la amazonia o un monje eremita en la recóndita soledad. Su uso está relacionado con el ser humano y su deseo de dominar la naturaleza y la facilitación tecnológica para minimizar el tiempo y el esfuerzo. La idea de la máquina siempre estuvo presente aún con el uso rudimentario de la rueda, los mecanismos de movimiento romanos o la catapulta medieval. En su desarrollo tecnológico, la máquina ha sido el complemento y la suma de factores de fuerza que ha servido también para el ejercer violencia, todo unido a la idea de dominio y al mismo tiempo, a  la utilidad.  
Sin embargo, la idea de utilidad no se vería sino hasta la Revolución Industrial que posibilitó la construcción de la modernidad, una modernidad contradictoria, llena de claroscuros, que se anunció como posibilidad ineludible para darle seguimiento al positivismo que promulgaba Comte o Mill, y ponderar el conocimiento científico como la única vía de progreso humano. A pesar de las transformaciones que ya sufrían las ciudades, a causa de las migraciones, y el desarrollo burgués del siglo XII, fue la Revolución Industrial, por medio de la máquina como su justificación más importante, la causante de una importante transformación social y cultural; las urbes (Londres, París, Berlín) fueron los escenarios más drásticos y caóticos, que mostraron en su macrocefalia insalubre, los brillos de una nueva forma de vida, una nueva forma de entender el mundo y donde el establecimiento burgués logró por medio la explotación y la servidumbre en los espacios grises de la producción en serie, una hegemonía influyente. Así nació la maquina social.  
La crítica por parte de los ambientes intelectuales y artísticos, que encontraron abyecta dicha transformación irreversible, fue una de las detonantes para contrariar y cuestionar el “avance, evolución o adelanto” de dicho acontecimiento fundado también en las teorías darwinianas y el nacimiento de la antropología social. El nacimiento de la fotografía  (a pesar de nacer de la mecánica experimental y científica a partir de la experimentación de la luz) y el nacimiento de la corriente naturalista-realista en la literatura, y su equivalente en la pintura, cercenaban el cuerpo de esa dialéctica materialista ya formada que, sin embargo, formaría otras variantes y posibilidades estéticas y filosóficas. 
La temática del cuerpo como principio crítico y cartográfico de las posibilidades de esa máquina inventada se vio afectado por su relación directa con ella, pues era la extensión práctica de ese cuerpo en otrora determinado por la naturaleza y que poco a poco se iría transformando en despersonalización, invisibilidad y anulación, confundiéndose en la fría estadística derivada del método científico. En adelante, cuerpo y máquina no se separarían jamás, aún con las atrocidades y el aparente beneficio de la última. Ese mecanismo frío usaría a ese cuerpo como despojo experimentado y después desechado, poco después fragmentado en la calcinación del infierno radiactivo.  
Volviendo directamente a las primeras relaciones entre la máquina y el ser humano, existen ejemplos importantes en la pintura a partir de los primeros manifiestos derivados de los “Ismos”. Ya en otro ensayo me había referido a las experimentaciones pictóricas del expresionismo, el futurismo y las asimilaciones frías y conceptuales del constructivismo ruso y la relación geométrica-organizada de la escuela de Weimar en Alemania. Pero para el presente ensayo me quiero referir específicamente a tres artistas que dibujaron puntos equidistantes respecto a la temática de la máquina y su extensión cualitativa en la creación ahora colectiva de las masas y su existencia en medio de aquellas ciudades que vomitaban vapor y humo.   
En primera instancia, aunque de manera antagónica, la pintura de Otto Dix (Gera, Alemania, 1918 -  Singen, 1969), afirmaba de forma directa y cruda la existencia de la máquina y la extirpación beligerante de su función destructiva, a causa de la Primera Guerra Mundial, un hecho traumático lo marcaría de por vida. Aunque abrazó dos corrientes antagónicas: el Expresionismo y la Nueva objetividad[i], supo reunir aspectos de los dos por medio de la imagen obvia del trauma y la obscena oscuridad del bajo mundo de las ciudades transformadas por la guerra y los cambios sociales derivadas de ella. Principalmente el cambio de papel de las mujeres, quienes, en ausencia del hombre que sale a combate, se entraron a trabajar a las fábricas.  
 
Otto Dix, Metrópolis 1928. Museo Thyssen Bornemisza, Madrid, España.
Dix como otros pintores de la nueva Objetividad como Beckmann o Grosz, amputó en su pintura de manera casi misógina, esa libertad que se había tomado la mujer y que había sido exclusiva del hombre (aunque acá ya esté entrando al terreno de los comportamientos de género, es importante definir que la máquina amputa ese cuerpo femenino que se entregó a ella, mientras el varón estaba en el frente, en una especie de adulterio). En ese momento, en la pintura no existía como primera imagen la máquina en sí, pero si la  secuela de esa separación. Muchas de las pinturas de Dix están relacionadas con la reafirmación de lo masculino sobre lo femenino, una especie de relación: decadencia-mujer y poder-hombre. Esas relaciones, casi siempre acompañadas de un escenario teatralmente caótico en la apabullante embriaguez del prostíbulo y las salas de juego, en donde la mujer es solo la consolidación del objeto que tiene que ser usado por el varón para reafirmar la construcción falócrata: la máquina en la fábrica es la causante de una libertad y huída por parte de la mujer hacia la independencia absoluta, fuera de una condición siempre relacionada con la alcoba o lo doméstico, algo que Simone de Beauvoir criticará después en el primer atisbo del feminismo y su agreste camino al sentido de libertad.   
Dix muestra un dominio de lo masculino sobre lo femenino, amén de la contorsión estética del trauma y la emancipación discursiva de la fuerza masculina contradictoria en relación con la máquina bélica y la máquina laboral de la contaminada y caótica vida de las ciudades enfermas, que muestran el rostro antihumano de la explotación por parte del aplastante establecimiento burgués.  
El caso de Fernand Léger (Argentan, Francia, 1881 - Gif-sur-YvetteFrancia de 1955) es distinto, más inofensivo y excesivamente geométrico. Parte de la invención positiva de la máquina como instrumento de adelanto y su unificación con el ser humano, tanto que en casi todas sus pinturas se confunde el mecanismo humano con el mecanismo de la máquina. El principio fundamental de su pintura está relacionado con la pintura de Cézanne, quien partía también de la geometría y los volúmenes que existen en la naturaleza. Léger toma este fundamento para describir un espacio desplegado en fríos planos y volúmenes metálicos, casi escultóricos. El cuerpo aparece inscrito como parte del diseño y la construcción mecánica, da la sensación de movilidad concordante con un progreso avasallador de la ciudad cuyo organismo estaba determinado por la arquitectura y el urbanismo.  
 
Fernand Léger, La partie de cartes, 1917. Otterlo, Musée Kröller-Müller.
Léger tomó directamente las ideas constructivas del diseño y la arquitectura; muy influenciado por el cubismo al principio, tomó la especificidad de la ergonometría, hizo participar al cuerpo con la estructura fría de la máquina que al unificarse parece un solo organismo. Hay que recordar que mucho de los avances del diseño de los primeros automóviles, los aviones y artefactos de la vida diaria, están obviamente relacionados con la antropometría para contribuir a la comodidad del cuerpo, comodidad por supuesto de la clase pudiente. Aún así, mucho del pensamiento la escuela funcionalista en el período de entreguerras contribuyó a diseñar arquitectura para las masas obreras en proyectos de diseño que uniera a la clase trabajadora a la ciudad y pudiera vivir en ella para contribuir a su progreso. La arquitectura proponía por medio de los multifamiliares y los espacios de vivienda “uniformados” para todos un medio de vida “igualitario”, esto derivado quizás del pensamiento socialista. El cuerpo tenía que relacionarse con los diseños fijos de muebles empotrados y espacios reducidos; todo esto se dio en el auge de la Bauhaus como punto de partida hacia esa unificación.  
La pintura de Léger es una formación mecanicista del espacio donde el humano ya no es tal, sino que se complementa con la asimilación fría, entre una paleta cromática plana. La percepción de los objetos y el cuerpo están distanciamientos de lo humano hacia una unificación superficial y servilista hacia la máquina como atenuante de la desgracia catastrófica que puede provocar en su camino hacia el progreso.
           
Hacia el camino del juego y la opción filosófica, se puede encontrar algo que ni confronta a la máquina ni se hace servil a ella. El caso de la “Maquina absurda” que plantea Marcel Duchamp  (Blainville-Crevon, 1887 - Neuilly-sur-Seine1968) a partir del pensamiento Dadá y el juego gramatical, soluciona la dicotomía y la contradicción de la invención mecanicista. El Dadá replantea el lenguaje y su historia hecha de epistemologías y ortodoxias. Marcel Duchamp se acercó a esta idea de máquina-cuerpo: en algunas de sus obras el artista nos muestra un complejo juego de relaciones entre maquinas que devienen vivientes. Gran parte de su obra nos muestra esa metamorfosis de la maquina hacia lo humano y hacia lo animal: sus máquinas poseen sentimientos, de pulsiones e intensidades, que anuncian los procesos sexuales.   
 
Marcel Duchamp, El gran vidrio, o la novia desnudada por sus solteros. 1923. 
Museo de Arte Moderno de Filadelfia. EE.UU
Inspirado en los textos de Raymond Roussel, el artista realiza varias obras donde el juego de ajedrez, deviene la fórmula perfecta para hacer de las máquinas, verdaderas “maquinas deseantes”. “Las maquinas solteras” de Duchamp, asediadas por los pretendientes: El Rey y la Reina rodeados de Desnudos veloces (1912). Aquí vemos dos elementos de inspiración futurista: el movimiento representado a través de la fragmentación, y la idea de velocidad, paradigma de la modernidad. En ese tablero de ajedrez que en su representación de un campo de batalla bipolar (blanco y negro) se pasa a una orgía de color, donde los cuerpos-maquinas se mezclan en un intenso fluido: puro deseo maquinal[ii]. En  El gran vidrio La Novia desnudada por los Solteros,  (1912, 1915-23) el rey se ausenta para dejar sola a la reina (novia) quien es asediada por los pretendientes. La novia es básicamente un motor”, según G. Deleuze y F Guattari, en  Les machines désirantes  
En las máquinas de Duchamp existen extensiones de gran complejidad: el juego del lenguaje, la transmisión literaria y poética, que a través de la crítica hacia el establecimiento y las direcciones de los usos de la máquina, le da un sentido amplio que influenciará en el arte conceptual, en la crítica del objeto y sus transformaciones sígnicas. Partiendo siempre de las referencias del lenguaje y sus posibilidades, el juego de la estética y de cómo se ve un objeto considerado “obra de arte”, juega un papel importante en la obra de Duchamp. El rompimiento de las categorizaciones y el estereotipo con Roue de bicyclette o fountain en esencia se trata de la comprensión semántica de los objetos considerados de culto o vulgares y que pueden ser determinados según las circunstancias e intenciones.
El cuerpo y la máquina, unificación moderna del positivismo occidental, cuestionable, aceptable o aberrante, está allí, a la vista, en cada movimiento de nuestra cotidianidad y nuestra vida, sobre todo en la actualidad, en su seguimiento por medio del aparato electrificado, digital, en constante transformación e innovación ante la carrera de investigación científica y todo lo que conlleva su complejidad matemática, una dialéctica fría y nihilista. El cuerpo virtual-lugar virtual, la mentira verdadera e hiperrealidad que es abordada actualmente por artistas en la era del arte líquido, el arte perecedero y desechable. El cuerpo y la máquina es entonces el principio del camino hacia un abismo seductor. Todo parte de la complicada tipología del botón y la ecuación programática. El cuerpo ya no es solo carne sino plástico metal o virtualidad.

[i] El expresionismo alemán y la Nueva objetividad estuvieron imbuidos en las mismas temáticas y puntos de partida, pero cambiaban las formas de representación, por ejemplo, el expresionismo era más disperso, crudo y diagonal, mientras la nueva objetividad partía de una línea más absorbente, estática y enigmática.
[ii] En el filme: La montaña sagrada de Alejandro Jodorowsky la creación de la máquina erótica, que es excitada de una manera particular por una mujer que se desnuda y le introduce un artefacto que parece un falo y que debe ser introducido de una manera específica para excitarla, puede tener relación con la idea de las máquinas deseantes de Duchamp.

2 comentarios:

  1. Hola, encuentro muy interesantes varios puntos que señalas acerca de lo que llamas "la máquina" y su relación con varias obras de arte.
    Un poco aparte de lo anterior, me parece que la concepción de la tecnología que manejas en este ensayo es un poco romántica, me refiero a que se parte de la convicción de que "la máquina" es "un monstruo" y creo que esta es una visión estigmatizada de la tecnología. Incluso me ha dado un poco la impresión que hay repulsión hacia la tecnología y la ciencia en este ensayo (por lo menos a mi me lo ha parecido). No sé si sea así, pero creo que aquí faltó un poco de balance respecto a la concepción de la máquina, una visión poco más humilde de la tecnología, no concebida únicamente como un monstruo industrial que devora y se vuelca sobre sus creadores, hay que recordar que tecnología no sólo es máquinas industriales, es un lápiz, una escoba, un palo, una piedra, el lenguaje, una letra, un símbolo. La tecnología es parte de la naturaleza del hombre incluso desde antes que fuera hombre, somos un animal de herramientas. A veces se nos olvida de que las "cosas" (por más sofisticadas que sean) son "cosas" y entonces puede que nos parezcan monstruosas, pero no es a las "cosas" a quienes tenemos que concebir como monstruos, porque su uso no depende de ellas sino de quienes las manejen.

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  2. hola Oliver, gracias por tu comentario, esto sirve para debatir y eso es bueno, me gusta. Estoy de acuerdo cuando dices que la máquina no solo es un instrumento de destrucción. No estoy en contra de la máquina y la tecnificación de las sociedades, sería absurdo, ni me considero romántico, porque como dije en la primera parte, que no podemos prescindir de ella a menos que seamos monjes eremitas o tribus del amazonas, yo no lo sería: El texto lo tomo a partir de cómo la máquina y la tecnología tiene dos caras y quizás acá le doy mas al lado negativo. De como las sociedades de esa época reaccionaron frente a ese fenómeno, me inmiscuyo en esa época para darle sentido a ese ensayo. Por otro lado, hay que estar consientes que cualquier aseveración crítica está llena de contradicciones. Casualmente acabo de terminar el próximo ensayo sobre la fotografía que es una pequeña máquina ritual, que parte de la experimentación y del mecanismo, una ventaja, un adelanto que ayuda a la humanidad si lo quieres ver así, en el próximo ensayo que ya abordo el fracaso de la modernidad, a partir de la maquina para matar, en este caso Auschwitz y poco después Hiroshima, y en los últimos la poética del video arte, y el cuerpo como crítica al cuerpo estereotipado (Falcón y Orlan).
    Hay que reconocer que la tecnología siempre ha sido un fenómeno que se relaciona con la dominación y el control a su vez, como cualquier invento creado por el hombre: la imprenta, la tarjeta de crédito, la computadora, y el internet. Entonces, que lo que tiene de placer en el adelanto tecnológico, se tiene de angustia y soledad en otro sentido, Somos seres inconformes y contradictorios, Por ejemplo cuando escribo o hago gráfica, adoro esta computadora, pero al mismo tiempo quisiera destruir (he aquí la contradicción) el camión de la basura que toca una bocina molesta y estridente, cosas de la vida.
    También se puede matar a alguien con un lápiz o una escoba o con el lenguaje (difamación), todo depende de como usemos los objetos y el lenguaje. Así que puede ser que sea pesimista.
    Gracias de nuevo por tu valioso comentario, es bueno, por eso me pone a pensar...
    Plinio Villagran

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