sábado, 2 de julio de 2011

La poesía de Kalu Tatyisavi: un viaje hacia la lengua Ñuu Savi

Iván Cruz Osorio


Normalmente cuando se habla de literatura mexicana, a lo que, en realidad, se refiere es a la literatura escrita en castellano. Se excluye de forma tácita la palabra escrita o la palabra oral expresada en las 68 lenguas indígenas y las más de 360 variantes que se hablan en nuestro país. ¿Una prueba más de discriminación? Es posible, pero también hay factores ineludibles como la ignorancia, la falta de información, y uno que en especial nos convoca, se trata de aquella lengua que se encuentra en construcción de un lenguaje poético, no hacia sus hablantes, sino hacia los que ignoramos esta lengua y nos quedamos en el reducto del español. Me refiero específicamente a la poesía escrita y hablada en mixteco o mejor dicho en la lengua de los Ñuu Savi “Nación de la lluvia”. En efecto, esa región que conocemos, o desconocemos, como este del estado de Oaxaca, una parte del oeste de Guerrero y del suroeste de Puebla es Ñuu Savi (la Mixteca).



Lejos de los reflectores que históricamente ha tenido la lengua Náhuatl o la lengua Maya o incluso la Zapoteca como lenguas poéticas, la lengua Ñuu Savi ha emprendido un viaje, en los últimos años, hacia la difusión de su forma de expresión poética entre los hablantes del español. La dificultad de considerar a esta lengua radica en que, como afirma Miguel León Portilla, se expresaba en su origen con la representación esquemática de logos (palabras e ideas) que se complementaron con signos marcadores de relaciones morfológicas, y en su habla comprende 16 sonidos consonánticos, cuatro vocales y cuatro tonos; además de las variantes. Hablamos entonces de una lengua en movimiento, vital, pero muy poco traducida o reinterpretada al español. Por desgracia, las lenguas indígenas han tenido que pasar por el español para que los críticos y escritores reconozcan su valor literario. Cuestión que afortunadamente se ha ido sorteando, en la medida que estas literaturas exigen a los lectores el conocimiento de la lengua, como cualquier buen lector que quiera desentrañar la poesía de otras culturas.





Una de las voces que más presencia ha dado a la poesía escrita en la lengua Ñuu Savi es Carlos España o más bien Kalu Tatyisavi. En su segundo libro recientemente publicado, Savi Iya Kuaa ―Lluvia nocturna― (edición de autor, 2010), el autor parte una gota de agua, sacude la humedad espiritual de los ancestros al referirse a Savi, el destinatario, el personaje ancestral de la región que vive en la palabra. Una brisa de cosmogonía Ñuu Savi se abre en estas páginas:

VIII
es un decir que la humedad viene de noche,
quisiera escribir que el agua no retorna
solamente toma su espacio
en el río donde navegamos,
cuántos ojos verán los niños en la fiesta de la nieve?
tras la insistencia de la memoria
mueve sus pestañas Savi

Savi, lluvia-deidad o habitante de todo lo visible e invisible se decanta en versos diáfanos, de expresión directa e imágenes precisas. No hay artificio, hay claridad y un medio tono que desentraña a la memoria-imaginación. Porque estamos ante un poema que recuerda e imagina, crea a esa presencia eterna y abre los caminos para conocer su región.

IX
vengo de un sur más poniente
cerca, donde baila el agua mientras descansa,
donde los hijos de Savi vagamos
en el cruce del camino
y el polvo llama a los rayos del sol

cabeza del riachuelo
cabeza del valle
cabeza del ocote
cabeza en la tumba



El lugar es convocado, los dominios se presentan ante el lector, la palabra recupera, nombra para existir, nos muestra su origen, su destino. Como casi toda poesía de lengua originaria, se debate en el nombrar para existir y en esa característica incrusta una originalidad que por antigua resulta novedosa en el panorama de la poesía mexicana actual. No hay voces de nuestra poesía escrita en español que tengan la complejidad y precisión de imágenes vertidas al misticismo y espiritualidad de Kalu Tatyisavi. Desde luego, hay que entender que el poeta está recreando en otra lengua el sentido de lo expresado en la lengua original, lo cual podría entenderse como que estamos en presencia de dos poemas distintos. En este libro se dialoga, se pregunta, se juega con esos seres como el granizo, como el mar, como la ola:

XLI
ya no habla el granizo
despierta, despierta
silencio, escucha
ahí va Savi con su bastón
Savi serpiente ahueca sus alas
apenas llueve, camina Savi hacia abajo
ten, seca tus pies
toma una estrella, descansa
me voy a otro camino dice el humo
en el mar, sueña la ola   



En Ñuu Savi, desde pequeños, los abuelos cuentan que todo tiene vida y tiene voz como nosotros, en esta cosmogonía todo es capaz de soñar. Savi Iya Kuaa ―Lluvia nocturna― es un libro que conmueve, que trasciende los sentidos del lector, no hay la obsesiva búsqueda de originalidad que reina en la poesía mexicana reciente, sino una poesía que se vivifica en la voz originaria, en la voz del logos; poemas que buscan  cambios de tono que van desde la celebración seria hasta el relajo. Un libro afanosamente trabajado, de una unidad impecable como pocos en el mercado actual, y que abre la puerta para que la poesía escrita en lengua indígena deje de ser para muchos críticos y escritores un apéndice de la poesía mexicana.         

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