miércoles, 1 de febrero de 2012

Vigilia Bit


LODO LIGHT E INSUMISIÓN
CONTRA LOS DEFENSORES DEL NOMBRE

César Cortés Vega


I. Ligereza entre la gorda dicotomía

Información dura; la que aún se guarda para el sustento de los poderes (dureza inestable, por supuesto, pantanosa, moviéndose lentamente como lodo de distintas texturas). En algunos casos casi lava que avanza con pesar hacia la ladera del volcán. Información que se publica o coloca en un soporte y que agrupa todavía a una gran cantidad de seres alrededor suyo, todos con la intención de atraer aunque sea un fragmento de aquel potaje volcánico hacia sí. Caras largas, entonces, negociándolo todo, regulando gestos e intenciones, trepados sobre los hombros del compañero, besuqueando las mil repeticiones, en la transmisión iterativa del mundo, universalistas y por tanto, en la manutención de una confianza que vista desde lejos, parece un mal sueño... Tontos, pero ingeniosos: las veleidades polares de un deber que hoy se desdibuja, pero que a la vez se resiste a morir.

Información dura y luego también, información líquida, que se esfuma o esfumará, como esta que a duras penas será capaz de trascender el espacio enjuto de esta pantalla, a menos que se acerque un poco a aquella semi-dureza lodosa para intentar trascender los flujos liberados hacia cualquier lugar, hacia ninguna parte. Por ello, los discursos de la posmodernidad, en la cara de los mismos premodernos de siempre, vestidos con estilo y encantados con la imagen que les devuelve un espejo distorsionado. Y alegría en medio de ese carnaval en el que la rebatinga del sentido es el juego con más adeptos. Tontos, pero ingeniosos también; las veleidades de esta ilusión de sangre electrónica diluida, en la fase tardía de la modernidad de la que habla Zygmunt Bauman[i]: inestabilidad como signo de la prestancia. El costo-beneficio es ahí el mortero que solidifica las relaciones, les dota de veracidad momentánea. Esta liquidez no es sino la contracara y a la vez el complemento de aquella solidez de antaño.

Si bien esta dicotomía permite entender por oposición el problema de la transición de un esquema hacia el otro, nadie en su sano juicio podría sostener que se trata de las únicas opciones. Como lo hemos imaginado con claridad, los grises entre dos extremos cromáticos son hoy la norma. Y por supuesto las contradicciones. Sostener una cosa mientras se realiza otra, realizar mezclas que no se separen de lo antecedente, pero que a la vez intenten lo nuevo, o por lo menos una recreación de lo nuevo, decir dos cosas distintas al mismo tiempo. Son momentos de postproducción, como la llama Nicolás Bourriaud[ii] de manera un poco simplona refiriéndose sólo a los artistas contemporáneos, pues el concepto aplicado a todo modelo define muy bien una revitalización de lo ya realizado, tradición reconfigurada capaz de conjurar una secrecía que ocultaba en las mentes deseantes de seres acostumbrados al utilitarismo creativo, una tímida movilidad emancipadora. O quizá también una explosión delirante en el caso de cualquier outsider de medio pelo, con una familia lo suficientemente represiva como para desear asesinarla, aunque sea de manera simbólica.

Una cantidad incontable de claroscuros entonces, pues si bien la tradición conservadora da nuevos signos de vida, adaptación a las formas de una industria que regenera sus recursos en un capitalismo cultural delirante, parecería ser que ahora quienes encarnan de mejor manera muchas de sus líneas discursivas son los herederos de un pensamiento de liberalismo social renovado. Muchas de estas voces, en medio de dos fuegos que pactan a veces y que otras se debaten por tomar el poder, pueden clamar por la libertad de expresión y por una diversidad en los modos de hacer, a la vez que pueden seguir añorando viejas formas de organización que se regeneran en la alabanza a la personalidad y en la sustentación de la idea de genio creador. Este tan mentado regreso a la tradición, y que no sólo es privativo del conservadurismo, está muy bien representado por el deseo de reconstrucción del Ancien régime (Antiguo régimen), nombre que la Revolución Francesa le dio al pasado como referente para contraponerse a él, y que deseaba la recuperación de un paraíso de privilegios perdidos. Hoy el centralismo que Alexis de Tocqueville definiera como característica principal del Antiguo régimen, aparentemente sobrepasado en el ejercicio de nuestras insípidas democracias, sigue presente en la reverencia que le debemos al nombre propio y al ensalzamiento de la personalidad del creador de objetos culturales.


Z. Intermedio: Cyberia, Anonymous y los otros

El desarrollo de las grandes bibliotecas en los siglos XVII y XVIII aceleró la subdivisión de las ciencias y las artes. Uno de los primeros libros sobre este tema: Advis pour dresser une biblioitèque (1627; Consejos para ordenar una biblioteca). Su autor, Gabriel Naudé, fue el encargado de cuidar y mantener la biblioteca del cardenal Mazarino, sucesor de Richelieu. Ambos se encargaron de aumentar el poder de la monarquía francesa y de restar el de los Habsburgo, de herencia medieval. Y ambos también fueron precursores del Estado moderno, consecuente y de intereses económicos nacionalistas. Y, todos ellos, contemporáneos de Descartes. En este ejemplo la línea genealógica es clara. Se trata, a todas luces, de una de las orillas de problema. Del otro lado, individuos desindividualizados, sin tradición aparente –a no ser la que emana de los herejes que sustentaban posturas abiertas acerca de la práctica de la religión cristiana– que reivindican su invisibilidad para subsistir, se desmarcan de las clasificaciones, se hacen uno, renuncian al nombre y a la individuación. A ellos se les conoce justamente por desconocidos, porque en el juego de las nominaciones eligen la que los hace anónimos. Esto no era difícil de vislumbrar. En el conocido artículo Bienvenidos A Cyberia. Notas Para Una Antropología De La Cibercultura, publicado en 1994, el antropólogo colombiano Arturo Escobar, citando el trabajo de Sherry Turkle dice:

La cibercultura está creando un conjunto de verdaderas “tecnologías del ser” que van más allá de la visión del ser como máquina; y la productividad cultural de estas nociones solamente puede ser valorada etnográficamente. Mundos virtuales constituidos por la participación de individuos en juegos de rol en línea pueden ser vistos como una forma de moverse fuera del ser individualizado y entrar al mundo de las interacciones sociales virtuales.[iii]


¿Qué son pues, aquellos estertores románticos acerca de una defensa de autores y obras, de clasificaciones detalladas de libros, reseñas, fotos de autor y proyectos de cultura rimbombante sino un no saber qué hacer en el quebrantamiento de los campos a los que las universidades nos tenían acostumbrados? Lo interesante del caso es que, los productores de cultura saben que hoy se enfrentan a las lógicas de la intersubjetividad y apuestan sus clasificaciones de “los mejores 10 libros del año que culmina”, o “los artistas más representativos de algo” al desprecio colectivo de quienes se resisten a aceptar dichas clasificaciones, hoy pueriles.


II. Intersubjetividad e insumisión

Este lodo light es, por lo pronto, lo que hay para nosotros. El derecho a equivocarnos nunca fue tan real, tan entrañable. Todas las opciones tienden a la imperfección como normatividad de la convivencia. Entonces los nombres se repiten hasta su vaciamiento y en la coexistencia de las tendencias, éstas se subdividen no para reconocer a quienes les dieron origen, sino para echar a andar la derivación de un centro.

Por eso, frente a la posibilidad de la fusión con la masa indeterminada, todo librepensador que desea ser reconocido retorna a las viejas formulaciones que retienen su nombre, lo organizan en la estratificación y en una corporeidad que les dota de trascendencia. Si Deleuze y Guattari declaraban en el Anti Edipo[iv] esta adaptabilidad de las sociedades basadas en la lógica edípica, estas arborecencias tramposas que pasan por rizoma pero que territorializan todo lo que tocan, como aquel rey Midas que no podemos olvidar más, entonces se puede esperar una contra-reacción. Porque antes está todavía la pregunta de Deleuze y Guattari:

¿Es Edipo una exigencia o una consecuencia de la reproducción social, en tanto que ésta última se propone domesticar una materia y una forma genealógicas que se escapan por todos lados?

 Deleuze y Guattari

El Rizoma es domesticado a través de las formas genealógicas que escapan a las leyes familiares tradicionales y distintas a las que el Estado y sus representantes pretenden definir. Pero no sabemos si, en realidad, el Edipo ha sido creado por el Estado de manera coercitiva o si, apenas ha sido una consecuencia inesperada de su proceder. Por ejemplo, el esquizofrénico es interpelado porque no representa un polo definido. A él también se le pregunta en los términos del Estado genealógico: cuál es tu nombre, quién es tu padre y tu madre, cuál es tu genealogía, a quién le debes lo que tienes, cual es la tradición que respetas, quién no te habló de los universales y quién no de la ley, etc.

Rizoma

En el libro Vivir; un juego de insumisión; hacia una cultura intersubjetiva de la igualdad de Carmen Pino Pertierra y Alfonso Arnau Tornos[v] se plantea la insumisión como reacción: si no hay igualdad es imposible que la intersubjetividad exista, en cuyo caso los autores insisten en la resistencia al discurso oficial por todos los medios. Según ellos, la intersubjetividad es un modelo de no agresión para limar asperezas de la especie: una forma de utopía compleja de izquierda no ortodoxa. Su posibilidad depende de tres cosas:

a.- La comunicación simbólica, es decir la significación de ideas, experiencias y sensaciones. Esto permite la reflexión acerca del lenguaje, la autorreflexión, el metalenguaje.

b.- La arbitrariedad radical de una voluntad clara e independiente del poder hacer (que es un deber ser) y que nos constituye como sujetos. Somos capaces de variar los proyectos de especie, somos capaces de incidir en algunas realidades, como consecuencia de una serie de reacciones desencadenadas por el azar. Ese azar, luego de hacerse consciente, se torna arbitrario y capaz de trastocar el efecto de la tradición.

c.- La insaciabilidad de nuestro conocimiento, capaz de contrastar la realidad con lo que pensamos.

La intersubjetividad es azarosa y solo en ese azar es capaz de romper la información y operación de las necesidades de la especie biológica. No es entonces ni objetiva ni subjetiva. Pretende explicar, sí, el desarrollo del individuo como tal en una red compleja de subjetividades objetivadas en lo individual. No hay universales, según los autores, sino sólo en la posibilidad subjetiva. Su propuesta hace referencia a la realidad de distintas relaciones en un dominio intersubjetivo. Solo ahí es posible la desjerarquización, pues ese espacio debe ser amoral y, por lo tanto, se desarrolla en un territorio de igualdad. Se trata del desarrollo de un análisis en el cual los objetos de estudio deben ser juzgados por el observador como vacíos de toda interpretación subjetiva. En este sentido, el mínimo asomo de sumisión en el modelo, permite el arribo de la insumisión como reacción del contrario. Sin embargo, este terreno de no agresión igualitaria permite a la vez la diferenciación, pues de antemano se ha aceptado la legitimidad de todos los sujetos.

Se trata, claro, de una territorialización más, y los autores del libro lo aceptan. Posibilitar la "constitución de una especie con capacidad de deriva cultural". Esa territorialización originaria será posible en un entorno fractal de una relación convivencial de lugar, tiempo y simbología; en un dominio semántico ya determinado por las exigencias de lo cotidiano. Lo demás serán siglos para que esta deriva cultural devenga en cambio.

Nuevas sistematizaciones ¿Una territorialización no será luego lo mismo que el deseo de un Estado? Sin embargo Carmen Pino y Alfonso Arnau avanzan en una definición y quizá lo que justifican en su utopía valga para plantear cosas que ya muchos suponemos: no solo nos hace similares la realidad biológica aparente, sino también la posibilidad subjetiva del discurso. Y la inclusión de un discurso en el otro únicamente es posible en términos de igualdad absoluta; a saber, la subjetividad en cada uno de los planteamientos individuales desde la imposibilidad de dominio objetivo del uno sobre del otro. Por eso el derecho a la insumisión, la opción que hay de crear fondos caóticos de vacío, posibilidades regeneradoras que digan que las pretendidas objetividades de unos son las violencias subjetivas de otros. No todos le debemos apetito al Estado. Sin embargo nuestro deseo siempre irá tomando la forma del poder. Y la incidencia caótica en otros discursos, es el vacío y la negación a la pretendida objetividad que se requiere para legitimar el discurso de Estado. Es probable, incluso, que Pino y Arnau confíen en la legitimación de la insumisión por medio de la puesta en juego de un modelo de no fácil factura. Imagino que, en realidad, nos incitan a la violencia o, en el mejor de los casos, a nuevos reductos teóricos.

Caos, dice Castoriadis en el artículo Falso y verdadero caos[vi], es el fondo del Ser, es a la vez el sin fondo del ser y es incluso "el abismo que está detrás de todo lo que existe". El caos, o lo que nosotros solo podemos nombrar como caos, es inherente a cualquier ser. La intersubjetividad estará por lo tanto regulada por él. Pero caos no quiere decir, según una cita que hace Castoriadis de Olof Gigon, "desorden ni confusión" sino "vacío".

 Cornelius Castoradis
 

[i] Bauman,  Zygmunt. Modernidad líquida. Editorial Fondo de Cultura Económica, México DF, 2003.
[ii] Nicolas Bourriaud. Postproducción. Adriana Hidalgo editora, Buenos Aires, 2004. Hal Foster. Diseño y delito. Akal, Madrid, 2004.
[iii] Escobar, A. “Bienvenidos a cyberia. Notas para una antropología de la cibercultura” On line URL: http://www.unc.edu/~aescobar/text/esp/bienvenido%20a%20Cyberia.pdf accesado Enero de 2012.
[iv] F. Guattari – G. Deleuze. Capitalismo y esquizofrenia: el AntiEdipo. Paidós. Barcelona. 2005.
[v] Pino Pertierra, Carmen y Arnau Tornos, Alfonso. Vivir, un juego de insumisión. Hacia una cultura intersubjetiva de la igualdad. Siglo XXI de España. Madrid, 1995.
[vi] Castoriadis, Cornelius. Figuras de lo pensable (Falso y verdadero caos. Frónesis, Cátedra, Universitat de València. España, 1999.

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